
La moda antivacunas se ha extendido también al mundo de las mascotas. En Estados Unidos más de la mitad de los propietarios de perros son escépticos con la eficacia de los programas de vacunación, mientras que en Europa y España el problema no tiene tanto alcance. Los veterinarios advierten de que los “antivacunas” ponen en riesgo la salud de sus mascotas y de las familias.
El movimiento antivacunas ha llegado también al mundo de las mascotas. Desde la epidemia de Covid-19 los veterinarios alertan de que un importante porcentaje de propietarios de mascotas desconfían de la eficacia de las vacunas, lo que a la larga podría convertirse en un importante problema de Salud Pública.
En España no existen por el momento datos fiables de cuál es el porcentaje de propietarios de perros y gatos que no cumplen con el programa de vacunación de sus mascotas o que no están convencidos de su eficacia, pero al otro lado del Atlántico científicos de la Universidad de Boston si que han cuantificado el alcance del problema en Estados Unidos, un país donde en el 45% de los hogares las familias conviven con perros.
Contabilizando a los antivacunas
De acuerdo con los datos publicados en un reciente informe realizado sobre la base de 2.200 encuestas, especialistas de la Universidad de Boston advierten de que en Norteamérica más de la mitad de los dueños de perros se muestran bastante o muy escépticos con respecto a la vacunación de sus mascotas.
De acuerdo con los resultados del citado estudio, en Estados Unidos un 40% de los propietarios estaría convencido de que las vacunas caninas no son seguras; un 20% opinaría que estos tratamientos veterinarios son ineficaces y al menos un 30% consideraría innecesarios la obligatoriedad de los programas de vacunación.
Por otro lado, y como sucede en el caso de los humanos, un 37% de los encuestados cree que las vacunas pueden llegar a producir algún tipo de autismo en sus mascotas, aunque no existan evidencias científicas que validen la existencia de este riesgo.

Un problema de Salud Pública
La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que cada año la enfermedad de la rabia provoca en todo el mundo unas 60.000-70.000 muertes, una cifra que puede verse agravada si los propietarios de mascotas dejan de cumplir con el calendario de vacunaciones.
En este sentido los veterinarios están advirtiendo de que en Europa el movimiento antivacunas está provocando que un 20% de propietarios muestre reticencias a la aplicación de los tratamientos veterinarios preventivos, aunque en algunos casos este posicionamiento escondería la intención de “ahorrar el coste” derivado de la aplicación de las vacunas.
Por otra parte, este último argumento explicaría porqué los propietarios con niveles de renta más bajos se muestran más reticentes que los de rentas altas a la aplicación de vacunas y porqué los dueños de perros mestizos también muestran esta misma tendencia frente a los propietarios de mascotas con pedigrí.

Para las familias y para el resto de ciudadanos que a diario conviven con mascotas el problema de la no vacunación va más allá de la rabia, porque hay que tener en cuenta que nuestras mascotas también pueden transmitir otras enfermedades calificadas como zoonosis, como la leptospirosis y la toxoplasmosis.
Por otro lado, las mascotas no vacunadas también pueden convertirse en propagadores de diferentes tipos de parásitos (garrapatas, sarna, pulgas o gusanos), que a su vez pueden transmitir enfermedades a los humanos.
Qué pasa en España
Las autoridades sanitarias consideran que nuestro país está libre de rabia desde 1978, lo que no evita que desde entonces se hayan registrado unos 80 casos de esta enfermedad en Ceuta y Melilla dada su proximidad a Marruecos, país donde la rabia es una enfermedad endémica.

Los últimos casos de rabia en humanos se diagnosticaron en España en 2014 y 2019 y en ambos los pacientes procedían de Marruecos. En nuestro país los expertos apuestan por abordar las patologías zoonóticas desde una perspectiva “One Health”, una estrategia donde las vacunas de humanos y de mascotas tienen una vital importancia.
