
Originalmente los perros tenían los ojos amarillos o azules de los lobos, pero a los hombres esos colores no les transmitían confianza, así que intervinieron en el proceso evolutivo hasta conseguir que tuvieran los ojos marrones y grandes. Esta es la conclusión de un estudio realizado por la prestigiosa Royal Society, que demuestra que los perros tienen los ojos que los hombres queremos que tengan.
Si los analizamos desde un punto de vista fisiológico comprobaremos que exteriormente los ojos de los perros se asemejan bastante a los nuestros, pues tienen retina, iris, pupila, córnea y cristalino. Por el contrario, analizados a nivel interior su particular visión del mundo viene dada por las diferencias existentes.
Los ojos de los perros cuentan con dos receptores del color (conos) -nosotros tenemos tres-, un mayor número de captadores de movimiento (bastones) y el llamado “tapetum lucidum”, una capa de células situadas en la retina que actúan como un espejo de la luz permitiendo que los perros perciban más claridad en la oscuridad.

La Royal Society se interesa por los perros
Pero de los ojos de los perros, además de un iris de gran tamaño, debe llamarnos la atención otro detalle. ¿Cuál? Que todos los perros, salvo contadas excepciones, tienen los ojos de color marrón o castaño.
Se trata de un rasgo evolutivo en el que tenemos una gran responsabilidad los seres humanos y en este sentido un reciente estudio de la Royal Society (Real Sociedad de Londres para el Avance la de la Ciencia Natural) ha llegado a la conclusión de que el proceso de domesticación y la intervención del hombre en el mismo es la explicación al color mayoritario en los iris de los perros.
Fundada en 1662 la Royal Society es la sociedad científica más antigua del Reino Unido y del mundo y sus estudios tienen alcance planetario, razón por la cual pocos científicos van a discutir que los seres humanos hemos influido en el color de los ojos de los perros.

¿Por qué el color marrón?
En un primer tramo evolutivo perros y lobos no estaban tan alejados, pero a medida que los perros se fueron acercando a los humanos y avanzaron en su proceso de domesticación, nuestros ancestros consideraron que los ojos lobunos eran poco tranquilizadores.
Fue con el fin de conseguir animales menos amenazantes como los humanos comenzamos a intervenir en los perros domésticos, de forma que aunque nuestros ancestros desconocían a Mendel y a sus leyes de la genética empezaron a favorecer los llamados genes o rasgos dominantes. ¿Cómo lo hicieron?
Permitiendo que los perros con los rasgos deseados, por ejemplo tener ojos marrones, se reprodujeran entre sí y al contrario, impidiendo con ello que los genes de lobo se transmitieran a las siguientes generaciones. Algo que de alguna forma se sigue manteniendo, puesto que en algunos estándares raciales penalizan los colores amarillo y ámbar en los ojos.
Por otro lado, también existe intervención humana en el tamaño de las pupilas de los perros, puesto que unas pupilas más grandes -como sucede en los bebés- se asocian con los conceptos de amistad y confianza.

¿Qué pasa con los perros de ojos azules?
Hasta las 9-12 semanas de vida muchos cachorros tienen en los ojos una tonalidad azulada que es fruto de la baja presencia de melanina en el iris. Se trata simplemente de una circunstancia temporal, que en perros adultos tan sólo se produce de forma natural en determinadas razas caninas (Alaskan Malamute, Husky Siberiano, Braco de Weimar, Border Collie o Pastor Australiano).
En otros casos el color azul de los iris tiene que ver con una alteración de la pigmentación -albinismo- o también con cuestiones puramente genéticas y asociadas a determinados patrones de pelaje (merle, blanco extremo, etc).

Por otro lado, la coloración azul en los iris puede aparecer también como un síntoma degenerativo en los perros en edades senior o como consecuencia de patologías como hepatitis infecciosa canina, iriociclitis o uveitis y esclerosis nuclear.
Finalmente, aquellos perros que tienen los ojos de colores diferentes padecen una anomalía natural que se define con el nombre de heterocromía y suele tener un origen congénito que no debe preocuparnos, aunque si este cambio de color se produce durante la vida del animal podría tratarse de un glaucoma o de otra patología que precisará de visitar al veterinario.
