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¿Cómo afecta la erupción en la isla de La Palma a las mascotas?

La erupción volcánica en la isla de La Palma ha provocado el abandono de cientos de animales de compañía, así como una tensión excepcional entre aquellos que han sido evacuados con sus dueños. Estas situaciones provocan en las mascotas situaciones de estrés que pueden afectar a su comportamiento a corto plazo e incluso marcar su carácter por un largo periodo de tiempo.

Estos últimos días hemos visto por televisión cientos de imágenes de la erupción del volcán de La Palma. Algunas de ellas mostraban la situación de muchos animales y hemos podido encontrar lo peor y lo mejor del ser humano, desde personas que abandonaban a su suerte a su familia de cuatro patas, hasta aquellos que dormían en el coche para no dejarlos en la perrera o que regresaban a la zona de exclusión en busca de sus mascotas perdidas.

En ambos casos se trata de una situación muy traumática, tanto para personas como para animales, con la diferencia de que ellos no pueden expresarlo con palabras ni tienen posibilidad de acudir a especialistas. Pero al igual que sucede con las personas, los animales también pueden sufrir el llamado “estrés postraumático” tras vivir un suceso de este tipo.

No es difícil imaginar que esto haya podido ocurrir en animales que han visto, oído y olido, de cerca las explosiones del volcán, los movimientos sísmicos, la presencia de la colada de lava y que hayan sentido el aumento de la temperatura, teniendo en cuenta que sus sentidos están mucho más desarrollados que los nuestros. Por otro lado, las mascotas son capaces de sentir y empatizar con el miedo de sus dueños y el cambio de vida tan drástico de las últimas horas les genera un gran temor.

Cuando un animal sufre una situación de estrés su cuerpo libera una serie de sustancias, como la adrenalina y el cortisol, que hacen que su ritmo cardíaco aumente y sus músculos se preparen para escapar o defenderse. Estos cambios son pasajeros pero si se mantienen en el tiempo pueden causar cambios en su cerebro. Externamente podemos observar tensión muscular, pupilas dilatadas, orejas echadas hacia atrás, cola muy baja y entre las patas e, incluso, temblores y falta de apetito.

Además, su mente asocia ciertos estímulos externos con ese miedo, por ejemplo olores, ruidos y personas concretas que estaban presentes en ese momento. A esto se le llama “estímulo condicionado” y tiene una gran importancia. Si este tipo de estímulos se fijan en la mente pueden hacer que una vez superada la situación traumática la respuesta al estrés (tanto corporal como de comportamiento) pueda repetirse si se encuentra de nuevo con ese estímulo.

El ejemplo más claro es cuando a un perro le golpean con un palo. Años después y ante la presencia de un palo el perro puede seguir mostrándose aterrorizado aunque no se le esté maltratando. Por esta razón es muy importante conocer la situación de cada animal para ayudarle a sobrellevar la situación y tratar de que este terrible suceso deje las menores secuelas posibles en ellos.

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