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Prueban la lubricina para lesiones del ligamento cruzado anterior en perros

El papel de la proteína de la lubricina para las lesiones de ligamento cruzado anterior en perros ha sido investigado por primera vez para comprobar la posibilidad de evitar la artritis tanto en estos animales como en pacientes humanos.

PERRO DE AGUA CORRIENDO

Las lesiones del ligamento cruzado anterior (LCA) pueden ocasionar osteoartritis grave tanto en pacientes caninos como en humanos. Un nuevo y pionero estudio interdisciplinario publicado en la revista Scientific Reports profundiza en la lubricina como posible proteína para las articulaciones y que evite la artritis en estos pacientes.

Siendo la primera investigación que se centra en el papel de esta proteína para lesiones de ligamento cruzado anterior en perros, que también puede tener implicaciones para lesiones similares en las personas además del potencial para el tratamiento y las terapias.

Heidi Reesink, principal autora del artículo, se refirió a la lubricina como “crucial para el funcionamiento normal de las articulaciones y la lubricación del cartílago“, y destacó que “sabemos que, si una persona o un animal no produce esa proteína, desarrollará una enfermedad articular devastadora que afectará a las principales articulaciones que soportan peso”.

Siendo esta proteína universal para los mamíferos, los datos son contradictorios sobre su papel en las lesiones articulares. El estudio encontró el hecho de que la lubricina aumentaba dentro de la circulación en aquellos pacientes caninos que habían sufrido un desgarro del ligamento de la rodilla. Se trata de algo que desafía los supuestos convencionales en medina, puesto que “el dogma en este campo ha sido que la lubricina disminuye en las enfermedades de las articulaciones”, según la experta.

En la investigación se realizaron pruebas a tres pacientes caninos con lesión en la articulación, aumentando la lubricina drásticamente en el tiempo entre la lesión inicial pero antes de cualquier signo de artritis en sus radiografías. Algo que indica, según señala Reesink en el informe, que “la presencia de un aumento de lubricina en realidad podría ser un biomarcador para predecir la osteoartritis en un futuro“. Por otra parte, también se destaca “un aumento de lubricina en perros meses o años después de que se lesionaran del ligamento cruzado anterior, lo que sugiere que la lubricina podría ser un indicador de inestabilidad articular en curso”. Esto explicaría que la lubricina podría, en consecuencia, ser un desencadenante para que los médicos intervengan o prueben un enfoque de tratamiento.

Reesink y sus colaboradores ya sentaron las bases para este nuevo estudio al completar una revisión sistemática de la literatura que rodea a la lubricina, tanto en medicina humana como en veterinaria. La reseña publicada en la revista Osteoarthritis and Cartilage analizó tanto resultados en animales como en humanos. En los primeros, realizados con roedores, se mostró una disminución de lubricina, lo que sugiere que “existe un sesgo de citación para estos estudios, y creemos que podría estar motivado por aquellos que ven la lubricina como terapéutica“, expone. Por otra parte, los estudios en caballos sí mostraron un aumento de lubricina, mientras que los de los humanos se repartieron por igual. Por ello, se coincide en la inexistencia de un consenso unificado sobre cómo se altera la lubricina en otras especies veterinarias domésticas y en las lesiones articulares humanas, lo que demuestra la necesidad de llevar a cabo más estudios, como por ejemplo el nuevo informe completado.

Al observar caballos y perros se observa el mismo patrón“, por lo que “el dato más sólido sería mostrarlo también en humanos”. Tanto perros como humanos comparten muchas de las mismas enfermedades relacionadas con la edad, incluyendo la artritis, por lo que el estudio de estas en canes es más factible dado que su esperanza de vida es más corta que en las personas.

“Vale la pena analizarlo con pacientes caninos, tanto para el beneficio de los perros como para establecer vínculos potenciales entre los pacientes caninos con esta enfermedad y lesiones similares en humanos como el ligamento cruzado anterior“, explica Reesink. Su equipo planea, en el ámbito veterinario, completar un estudio longitudinal de seguimiento en perros, para así examinar múltiples puntos de tiempo en el proceso de lesión, tratamiento y recuperación de un paciente. Y, de paso, establecer conexiones similares en el ligamento cruzado anterior humano y otras lesiones ortopédicas.

 

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