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Podenco ibicenco, ¿un perro más resistente a la leishmaniosis?

Un estudio afirma que la raza canina del podenco ibicenco, autóctona de Ibiza, habría desarrollado una mayor respuesta de anticuerpos contra la saliva del flebotomo vector de la Leishmania.

podenco ibicenco

La Facultad de Veterinaria y la Fundación Hospital Clínico Veterinario de la Universidad Autónoma de Barcelona y de la Charles University de Praga han llevado a cabo una investigación a través de un grupo de científicos que sugiere que los podencos ibicencos, la raza canina autóctona de Ibiza, son más resistentes a la leishmaniosis canina, patología causada por la Leishmania Infantum.

Los investigadores han justificado esta conclusión refiriéndose a una exposición más frecuente a flebótomos (no infectados) vectores de la Leishmania, como el Phlebotomus perniciosus, por parte de estos cánidos, lo que habría provocado esta inmunocompetencia y una respuesta más fuerte de anticuerpos contra la saliva del flebotomo.

Sobre la leishamniosis canina, el grupo de científicos que ha participado en este proyecto ha reconocido que se trata de una zoonosis “descuidada”, y que sus signos clínicos y la susceptibilidad a la enfermedad varían según diferentes factores, como la respuesta inmune del huésped o la raza del mismo.

El procedimiento para llevar a cabo la investigación consistió en analizar 47 podencos ibicencos y 45 perros de otras razas, obteniendo como resultado la presencia de anticuerpos más altos de manera significativa en los podencos en comparación con los cánidos del resto de razas elegidas. De igual forma, las conclusiones del estudio se refieren a otros factores, como la edad avanzada y la seropositividad de Leishmania Infantum en los niveles de anticuerpos contra la saliva del flebotomo.

Como enfermedad zoonósica parasitaria, la leishamniosis se produce por protozoos del género leishmania, siendo el perro el animal más afectado en España, aunque también la pueden padecer otros seres como los gatos, los roedores, los lagomorfos y las aves. En el litoral mediterráneo y en el país español, el agente implicado es Leishmania Infantum. La picadura de un vector infectado por el parásito transmite la leishmaniosis, aunque también se han dado casos de transmisión parental, congénita, sexual e interpersonal.

En España, en pleno proceso de desescalada de las medidas de confinamiento impuestas tras la crisis sanitaria por el coronavirus, se coincide además con la temporada de pulgas y garrapatas, siendo una época en la que los parásitos externos se encuentran más activos. Es por ello que las medidas de prevención en mascotas a la hora de salir al exterior son fundamentales para proteger a los animales domésticos, algo que ya han recordado las instituciones veterinarias.

A la hora de prevenir que un perro se contagie de leishmania, se puede o bien utilizar antiparasitarios externos, como pueden ser collares (con una duración aproximada de seis meses) o pipetes de duración mensual, o vacunar directamente, siendo tres veces el primer año y separando tres semanas cada vacuna. Antes de vacunar, de debe hacer un test rápido para saber si el animal está o no infectado.  Pasado el primer año, se tiene que poner un recordatorio una vez al año. Según los estudios, tiene una tasa de protección del 92,7%.

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